5.-Revolución Feudal (siglo X).
Contexto histórico
Durante el siglo X se producen importantes avances tecnológicos, muchos se desarrollan gracias a los molinos hidráulicos que favorecieron la fragua de hierro y, por consiguiente, la fabricación de nuevas y mejores armas (herraduras, cascos, lanzas, estribos), así como utensilios para el trabajo en el campo (aparejos de labranza, colleras y arados). También influyó, de manera decisiva, la incorporación del caballo a las tareas del campo sustituyendo al buey, aportando mucha más fuerza y rapidez. Todo ello repercutió, sin duda, en la mejora de la alimentación y en la calidad de vida, que se traduce en un notable aumento demográfico.
Por otro lado, continúan las invasiones. Los vikingos se asientan en lo que más tarde se convertirá en el ducado de Normandía (911) gracias al tratado de Saint-Claire-sur-Epte entre Carlos III el simple y el jefe vikingo Rollón. Asimismo, los húngaros toman Pavía en el año 924. Como consecuencia, el imperio se descompone en cuatro grandes reinos: el italo-lombardo, el franco occidental, Germania y Borgoña-Provenza. De la misma forma, los principados territoriales comienzan, a su vez, a desgajarse en pequeños centros de poder (condados) con autonomía propia, que ejercen su poder desde castillos, los cuales empiezan a construirse sin descanso por toda Europa. Cada castillo constituye un reclamo para todo aquel que quiera defenderlo, por lo que se llenan de guerreros y mesnadas al mando de su señor, dispuestos a cualquier asalto. Al mismo tiempo, surgen comitivas de guerreros independientes que luchan y ejercen la violencia sin medida para apoderarse del mayor número de rentas posibles. Lo que puede resumirse en un todos contra todos.
En el año 989, en el concilio de Charroux, se produce un primer intento para poner fin a la violencia: La Tregua de Dios, la cual intentó proteger la propiedad eclesiástica, los recursos agrícolas y a los clérigos sin armas.
Necesidad emblemática. La fragmentación del poder va en aumento, por lo tanto, coexisten más gobernantes a la vez lo que hace necesario que exista una seguridad jurídica para garantizar quién es el remitente de cada documento que se suscribe.
Los antiguos modelos de sellos y monedas necesitan añadir más signos que representen al titular, la dignidad que ostenta y la legitimación del ejercicio de su poder.
Respuesta emblemática. Como consecuencia de lo anterior, nos encontramos ante la prioridad de garantizar la autenticidad del remitente. Por este motivo, los sellos adquieren, además de la función de cierre, la función de suscripción o validación del documento. Es muy importante reconocer perfectamente al sigilante. Este proceso se desarrolla antes en la zona clásica, sobre el siglo X, a partir del XII los sellos de suscripción llegarán a la península Ibérica.
Los sellos que tenemos constancia pertenecen a Otón I, Otón II, Otón III, Luis IV de Ultramar, Lotario de Lorena y Conrado III, entre otros. Son sellos de mayor tamaño, en los que la figura aparece ya de medio cuerpo. La corona de laurel se sustituye por la corona de tres puntas o bolas, añaden cetro, orbe, lanza con véxilo y escudo. La figura principal (tipo) del sello va cambiando en un mismo titular en función de la dignidad que ostenten.
Lo podemos apreciar, por ejemplo en Otón I y en su hijo Otón II cuando pasan de rey a emperador. De igual manera queda reflejado en la leyenda. Llama la atención algunas novedades como la aparición de escudos embrazados simbolizando poder y ejercicio militar. El de Otón I es ovalado, con umbo y se muestra de perfil, mientras que el de Otón II se muestra de frente. Ambos escudos sin ningún tipo de adorno, con la superficie lisa.
También es importante observar la posición del rey en majestad. Todavía no aparece de cuerpo entero, pero con los atributos propios de la realeza, las regalías, como son el cetro, el orbe y la corona. Otón I utiliza ambos tipos de sellos; el de "rey guerrero" y el de "rey majestad". Otro detalle importante es el aditamento textil, dibujado con gran definición, que aparece al final de la lanza que porta Otón I en su sello de 940. Nos indica claramente que se trata de un símbolo que lo caracteriza y que transmite autoridad y poder. Es indudable que el paño tendría unos determinados colores. Esos colores o figuras geométricas, con o sin muebles, son los que más tarde, en algunos casos, se transmitirán a la superficie del escudo, como ya veremos más adelante, pero hay que destacar que en esta época es donde empiezan a utilizarse.
En la leyenda de los sellos observamos como permanece el "Gratia Dei" acompañado del nombre y en, ocasiones, el nombre del territorio sobre el que gobiernan. Encontramos también, representaciones de figuras con una tipología cada vez más concreta como la Cruz de la Victoria, o creados para ocasiones puntuales, tales como el águila de la bandera de Abderramán. Llama la atención algunos cetros que aparecen rematados con adornos. En esta época, también se utilizan ástiles con remates. Otón III, en su sello de 990, lo remata con tres círculos que asemejan una flor y, en otras ocasiones, con un águila. La cruz más conocida y, posiblemente de las más antiguas, es la Cruz de la Victoria, que comienza a tener valor emblemático cuando se repite su tipología.
En cuanto a las enseñas, una de las que tuvo gran repercusión fue la de Abderramán III en el año 934, cuando preparaba la llamada campaña de Osma. Realizó una parada militar que terminó siendo famosa en todo Al-Andalus.
"Él mismo aparece vistiendo cota y ciñendo espada, un caballero en un alazán de conocida raza, uno de sus mejores corceles, rodeado por sus cadíes y escuadrones, en perfecta formación, haciendo gala de armamento y fuerza; para mayor vistosidad del alarde multiplicó las clases de equipo y las formidables, hermosas y valiosas insignias de peregrinas clases de banderas y estandartes, apareciendo en esta ocasión entre sus banderas el águila, que había inventado, pues ningún sultán la tuvo antes, y que las gentes miraron con curiosidad y delicia, siendo objeto de interminables comentarios"(1).
"Según los Anales Palatinos de Al Hakam II, en las banderas andalusíes podían observarse "espantables simulacros, tales como leones con las fauces abiertas, terrorícos leopardos, águilas abatiéndose sobre la presa y dragones horrorosos, imágenes típicas heredadas del repertorio de la simbología tradicional sasánida" (2).
Notas
(1) Historia de España de la Edad Media. Vicente Ángel Álvarez Palenzuela (coord.). Pág. 159.
Capítulo 7, El califato Omeya de Córdoba. José Luis del Pino. Editorial Ariel 2002.
(2) La bandera en Al-Andalus. Comunicación presentada en el XIII Congreso sobre el Andalucismo Histórico, Sevilla, 2, 3 y 4 de Octubre de 2008. Jesús Pedro Vergara Varela
Sello de Otón I , Rey de Francia Oriental (936-973), En el sello del año 940 (55 mm) aparece una figura de medio cuerpo con atributos de rey guerrero. En la leyenda:
+ OTTO DI GRA REX
Sello de Otón I del 966 (70 mm). La figura aparece de medio cuerpo con atributos de emperador como lo fue del Sacro Imperio Romano Germánico (962-973) y como así lo recoge la leyenda.
Sello de Otón II (963, 45 mm), como Rey de Alemania (961-983) La leyenda:
OTTO D. GRA. REX
Sello de Otón II (963, 42 mm), como Rey de Alemania (961-983). Aparece como rey guerrero, con corona, escudo y lanza.
Sello de Otón II como emperador (967/ 983). En este sello (977, 67 mm) vemos como utiliza los atributos propios de su nueva dignidad. Utiliza los mismos atributos de emperador que su padre.
Sello de Lotario de Francia, Rey de Francia Occidental (954-986). Sello del año 958, 45 mm. LOTHARIVZ GRATIA DEI +
Sello de Lotario de Francia, Rey de Francia Occidental (954-986). Sello del año 966, 40 mm. LOTHARIVUS + REX FRANCO
Otón III en su trono. Evangeliario de Otón III, c. 1000. Munich, Bayerische Staasbibliothek.