Por Ignacio Koblischek. Todos los derechos reservados.
3.- Oficiales de Armas
Los primeros heraldos surgen en el siglo XII en el área anglo-francesa, la primera referencia escrita la tenemos en El Caballero de la Carreta en 1177. Sus funciones consistían en anunciar la celebración de torneos, explicar al público sus lances y difundir la fama de los caballeros para lo cual era imprescindible recordar y reconocer las armas que portaban ya que facilitaba crear el ambiente propicio de la narración. No estaban a cargo de ningún señor, llevaban una vida errante viviendo de las dádivas y en muchas ocasiones eran confundidos con trovadores.
La relación de los heraldos con los torneos explica por qué no existieron en aquellas regiones donde no se celebraron. Por ejemplo en España, en la época anterior al siglo XIV no nos encontramos ni con unos ni con otros.
En este periodo inicial los heraldos no influyen sobre la evolución de las armas, son meros transmisores de escudos. Aunque sí tienen un contacto inicial ya que para transmitirlos es necesario describirlos. Nos encontramos todavía en un momento en el que el sistema heráldico evoluciona como resultado de la acción colectiva y espontánea de todos, no movido por especialistas.
En el siglo XIV fueron reclutados por las administraciones reales y de grandes señores para el desarrollo del ceremonial. Visten con tabardo, dalmática o cota de armas con las armas de su señor y se jerarquiza el cargo adoptándose el nombre de Rey de Armas y de Persevante para el aprendiz del oficio, mayor de veinte años con buena presencia y educación. Logran tener gran prestigio en la corte llegando a alcanzar la inmunidad en actos hostiles y bélicos, convirtiéndose gracias a su función de mensajeros en auténticos diplomáticos y representantes de su señor. Prueba de ello es que cambian su nombre civil por el de ellos o por el del reino, región, provincia o circunscripción en la que actúan. Consecuencia de ello es que sus ingresos aumentan ya no viven de las dádivas sino de los honorarios por la organización de torneos, ceremonias, de los regalos de sus señores y del privilegio de exención de impuestos. Ante esta nueva situación, vieron el momento de reclamar su cuota de poder y pedir autoridad y control total sobre las armerías.
Desde ese momento, se abren dos vías o concepciones en el desarrollo del sistema heráldico. Por un lado, la creación espontánea no dirigida ni planificada; por otro, la evolución sujeta a reglas y racionalizada, regulada y sujeta a la administración del Estado. Con el triunfo de la segunda opción vemos como se recurre al control de las armerías mediante las Visitaciones.
En el siglo XV asistimos al apogeo del oficio, se produce un aumento considerable de oficiales de armas y el consiguiente deterioro profesional. La función de los Reyes de Armas en la corte va en deterioro convirtiéndose cada vez más en un cargo decorativo. "La solemnidad y sosiego cortesano ha desplazado al bullicio de los alardes caballerescos" (1).
Esta situación obliga a los ya Reyes de Armas a desplazar su actividad hacia los particulares, certificando escudos de armas bajo su autoridad y responsabilidad.
La excesiva comercialización del cargo hace que, en el siglo XVII y XVIII, pierdan valor y credibilidad las certificaciones de armas que expiden ya que se convierten en un medio halagador de la vanidad del que solicita el encargo sin importar lo cierto de las afirmaciones.
En España
Los primeros oficiales de armas en España aparecen en el Reino de Navarra en el s. XIV, por su cercanía a Francia. El oficio había evolucionado por lo que llega a España en su madurez: jerarquizado y adscrito a reyes y príncipes.
En Navarra
Parece ser que en la corte de Carlos II de Navarra figuraba un normando llamado Martín Carbonnel con el cargo de "rey de los heraldos" con el sobrenombre de "Navarra", el cual identificaría más tarde a los reyes de armas de este reino.
Carlos III nombró entorno a 1395 como "Navarra Rey de Armas" o "rey de los heraldos" a Pere o Pierres de Bar. Por 1423 también era conocido un "Heraldo Pamplona".
Al morir Carlos III en 1425 sobrevino la cuestión dinástica. Carlos dejó como heredera a Blanca, casada con Juan de Aragón. Esta tuvo tres hijos: Blanca, que murió sin descendencia, Eleonor, casada con Gaston de Foix, vizconde del Bearne, y finalmente, el Príncipe de Viana. En espera de la mayoría de edad del Príncipe de Viana, Juan de Aragón tomó la regencia que Eleonor ambicionaba para su marido Gaston de Foix. En esta lucha dinástica se unieron al bando de la causa del Príncipe de Viana los beamonteses y al de Juan de Aragón los agramonteses.
En este contexto surgieron disputas heráldicas como la que protagonizó el Príncipe de Viana que hizo quitar al persevante de Pierres de Peralta las armas de Navarra que cuartelaba con las suyas. Cuando tuvo conocimiento de ellos Juan de Aragón mandó restituirlas y para restituir la ofensa le confirmó el honor que Carlos III le había hecho merced de cuartelar sus armas con las reales (1).
En el reinado de Juan II de Aragón (1425-1479) y su mujer Blanca I de Navarra (1425-1441) figuraban Blanc Lebrier (su hijo fue Navarra Rey de Armas) como Heraldo o Persevante de la reina. Del mismo modo, el Príncipe de Viana contaba con el Heraldo Estella.
En 1475 parece que existe un cuerpo de oficiales de armas por lo que se desprende del privilegio a favor de Juan de Atondo concediéndole facultad para poner en su escudo un cuartel con las armas reales "repartiendo vuestras armas en los otros tres quartos, en la mejor forma, vía e manera que vos querréis e por bien lo ternéis, con consejo de cualquier oficial de armas...".
En Suecia
Los Reyes de Armas en Suecia aparecen a mediados del siglo XV y principios del XVI, cuando aún existía la Unión de Kalmar.
El primer heraldo del que se tiene constancia es Simón, que vivió durante el reinado de Erik de Pomerania a principio del siglo XV. Fue Heraldo de los tres reinos de la Unión: Dinamarca, Suecia y Noruega (2).
Después de la Edad media el heraldo en Suecia es un funcionario de la corte de carácter ceremonial.
En 1666, la regencia de Carlos XI firmó un decreto sobre la preservación de las antigüedades por el cual la Cancillería Real entregó todos los asuntos relacionados con los escudos de armas al Antikvitetskollegium (Colegio de Antigüedades).
En 1813, una instrucción real determinó que la tarea del Heraldo Nacional era la de diseñador de escudos. En 1885 se aumentó sus funciones con la de creación de escudos públicos.
En 1953 el cargo de Heraldo Nacional se terminó y sus funciones fueron transferidas a los funcionarios de los Archivos Nacionales como Heraldos Estatales (Statsheraldiker).
En 1995, en la Instrucción para los Archivos Nacionales en su Sección 8, podemos leer:
"El Archivo Nacional está a cargo de las actividades heráldicas del estado y, en particular, velará para que los escudos de armas o los emblemas heráldicos que se refieren al estado o a las autoridades estatales se realicen de acuerdo a las normas heráldicas".
Junto a los "Heraldos estatales" está el Comité Heráldico "Riksarkivet".
Notas
(1) Heraldos y reyes de Armas en la Corte de España. Ceballos-Escalera y Gila, Alfonso. Colección Heráldica. Persevante Borgoña, Madrid 1993. Pág. 12.
(1) Libro de Armería del Reino de Navarra. Diputación Foral de Navarra/Institución Príncipe de Viana, 1982. Pág. 29.
(2) Heraldiken i Sverige. Magnus Bäckmark y Jesper Wasling.