Por Ignacio Koblischek. Todos los derechos reservados.

1.-Crisis del Sistema Heráldico (1346-1450).

1.1.-Contexto histórico 

Esta etapa comienza con la batalla de Crécy, momento en el que se da por finalizado el predominio de la caballería pesada, y finaliza con la aparición de la imprenta en el año 1450. 

La batalla de Crécy tuvo lugar el 26 de agosto de 1346 en el noreste de Francia, en el marco de la Guerra de los Cien Años. En ella se enfrentaron Felipe VI de Francia contra Eduardo III de Inglaterra. El resultado fue una aplastante victoria inglesa. 

Esta batalla dejó clara la efectividad del arco largo, arco de madera de olmo de 1,80 metros de altura que alcanzaban unos 250 metros de distancia. Fue el arma dominante en los campos de batalla de Europa occidental frente a la caballería. Los arqueros ingleses esperaron a disparar a la caballería francesa a una distancia de 80 metros. Las flechas atravesaban las armaduras y herían a los caballos y estos caían muertos o se desbocaban originando un gran caos. 

A finales del siglo XIII y mediados del XIV se producen una serie de cambios que van a afectar al desarrollo del Sistema Heráldico y que pondrán en serio peligro su existencia. De ahí que llamemos a esta etapa periodo de "crisis".

En la península Ibérica asistimos a la expansión de la corona de Aragón por el Mediterráneo, llegando hasta los ducados de Atenas y Neopatria. Portugal comienza a repoblar el archipiélago de las Azores y Ceuta (1415). Castilla, pese a su guerra civil de la que saldrá victorioso Enrique de Trastámara, se asentará en Canarias (1403) y estará próxima a terminar la Reconquista.

Europa se centra en la guerra de los Cien Años (1337-1453), en el cisma de la Iglesia Católica con los papas de Aviñón (Benedicto XIII entre ellos) y la expansión del Imperio Otomano que azota sin descanso al Bizantino.

Pero lo peor de todo será la epidemia de la peste, que asolará la población de Europa. 

1.2.-Contexto cultural.

El gótico sigue siendo el principal estilo artístico de esta época. En la península Ibérica florecerá el gótico-mudéjar. 

En Andalucía destaca la construcción del Alcázar de Sevilla hecho construir por Pedro I el Cruel (mediados del XIV). 

En el aspecto social, el desarrollo de la burguesía va asociada al desarrollo del individualismo. 

Desde el punto de vista religioso, "durante el siglo XIV, quizá debido a la fuerte crisis que sufrió Europa en este siglo, se dieron una serie de cambios en la mentalidad colectiva que afectaron a la devoción y al tipo de relación que el fiel tenía con Dios. Imperó una mística más intimista y esto se refleja en la visión que se tenía de la muerte. El individualismo hizo que se tendiera a priorizar el juicio del alma en el momento mismo de la muerte frente a la importancia que había tenido el Juicio Final, colectivo, en siglos anteriores. Estos cambios de mentalidad en relación con la muerte se dejaron sentir en el ritual funerario, que cambió adaptándose a las nuevas ideas. También ejerció influencia en el arte, especialmente en los sepulcros" (2).

1.3.-Necesidades emblemáticas.

La sociedad de finales del siglo XIV y principios del XV se enfrenta a una serie de circunstancias que pondrán en evidencia la utilidad del sistema heráldico y por lo tanto su supervivencia (crisis). Las podemos concretar en: 

-Ocaso de la caballería. En palabras de Vallejo Naranjo, el ocaso de la caballería se debe básicamente por "el ascenso de la burguesía, el desarrollo de la artillería y la creación de ejércitos estatales que produjeron la desclasificación de la caballería como grupo privilegiado con monopolio sobre la guerra, con lo que sus pilares se resintieron irremisiblemente" (3). 

-La firma. Una de las principales características de este periodo, como nos recuerda Ceballos-Escalera es que "a mediados del siglo XIV, el uso de los emblemas heráldicos sufre un retroceso: la moda de la firma, unida a la difusión del papel (mucho más barato y común que el pergamino, y de menor resistencia que este al peso de un sello), hacen que el uso de los sellos disminuya, y consecuentemente el de los emblemas heráldicos"(4). 

Otro de los inconvenientes del pergamino era que se podían raspar los textos, desapareciendo así la información, acción que en el papel no podía pasar desapercibida. 

-Difusión a todos los niveles. Como vimos, la expansión y difusión del sistema heráldico abarca todos los ámbitos de la sociedad y todos los estratos sociales. Toda persona tiene la llamada "capacidad heráldica" que le permite utilizar un emblema heráldico siempre que, por motivos evidentes, no coincida con el de otra persona. 

Por tanto, las causas que motivan esta crisis las podemos resumir en la pérdida de utilidad del Sistema Heráldico y la perdida de exclusividad.

1.4.-Respuesta heráldica. 

Nos encontramos en un momento crucial en la historia del sistema heráldico ya que la respuesta que se da a esta situación se puede enfocar desde dos puntos de vista distintos: respuesta social y respuesta formal. 

1.4.1.-Respuesta social. 

Como hemos visto, el sistema heráldico pierde utilidad práctica y, por el contrario, gana utilidad ornamental. La supervivencia del sistema heráldico dependerá de la capacidad de desarrollar ese sentido ornamental. En este sentido, lo hará exteriorizando la dignidad del titular y, por consiguiente, limitando el acceso al uso de armerías (carácter exclusivo). 

-Dignidad del titular. El carácter personal con el que empezaron a utilizarse los emblemas heráldicos decae en las siguientes generaciones puesto que se consideran más prestigiosos los emblemas heredados. Llegamos a un punto en el que mostrar algo de carácter personal en el escudo es imposible mientras que el impulso individualista social así lo demanda. De ahí, que el nuevo paso sea incorporar elementos personales que muestren la dignidad del titular.

-Exclusividad. Esta actitud nos lleva a limitar el uso de las armerías. Aunque todas las personas tenían capacidad para poder utilizar armerías, en realidad su uso estaba limitado a quien tuviera capacidad económica o jurídica, que le permitiera usarlos mediante signos de poder o en objetos personales. Aun así, la gran aceptación y la enorme difusión del sistema heráldico, a todos los niveles sociales, provoca que las capas sociales altas incorporen al uso de armerías una nota diferencial respecto a los otros "usuarios": los ornamentos exteriores. Además de transmitir el vínculo con un territorio o un linaje, y posteriormente con una propiedad, lo que marca la diferencia a partir de ahora es transmitir la posición social del propio titular, lo que se llamará el "retrato heráldico" o "marcas de honor".

El valor ornamental se mantiene, pero se deriva hacia los ornamentos exteriores. Por tanto, el Sistema Heráldico centrado en el desarrollo del escudo se estanca. Lo importante ahora no es transmitir la pertenencia a un linaje o vínculo con un territorio, sino justificar como una honra o pasado glorioso del linaje la exhibición de un escudo. Además de esta "marca de honor", es igual de importante hacer una ostentación pública de honores y dignidades mostradas a través de los ornamentos exteriores, tales como las condecoraciones, los mantos, los collares, etc. 

Este afán de gloria lleva parejo una diferenciación más en el uso de armerías. Hemos pasado de la limitación económica o patrimonial a otra basada en dignidades y honores.  

1.4.2.-Respuesta formal. 

En cuanto a lo formal, observamos su repercusión en: 

-Preferencia por la vistosidad y fantasía antes que por la sencillez. Ejemplo de ello es el nacimiento del engolado, recurso plenamente español del que no se tiene constancia en Europa hasta la concesión del escudo, en 1658 por Luis XVI de Francia, al historiador Guichenon. Escudo que contaba con un aspa engolado en cuatro cabezas de leopardo vistas al colodrillos (desde abajo).

El engolado consiste en añadir adornos a los trazados esquemáticos o geométricos de las superficies. Se colocan en el nacimiento (ambos lados) de las mismas y suelen ser cabezas de animales de cuyas bocas salen (bandas, fajas, barras, palos, aspas...). Parece ser que su origen está en las cabezas de animales que adornaban las vigas, ménsulas o zapatas en las construcciones. Pasan al escudo de esta forma tan gráfica, como novedad en el adorno y detalle de las composiciones propias de esta época.

Posiblemente, el primer engolado lo encontramos en los Reales Alcázares de Sevilla en decoraciones del tiempo de Pedro I (1350-1369). Podemos observar el escudo de plata con una banda de sable engolada en dos cabezas de dragantes de oro y gules. Posiblemente este sea el origen de las armas (sin los dragantes) de los  Zúñiga o Carvajal.

Seguramente, en tiempos de Juan II (1406-1454) la banda cambio los colores a gules y oro (los de Castilla). 

La banda engolada no llego ni a Aragón ni a Castilla, su extensión fue más bien por el este, desde Galicia hasta Andalucía, pero sin entrar en Portugal.  

Debido a la difícil comprensión del engolado nos encontramos con interpretaciones peculiares como las de los Valdivia, en la que las cabezas de dragones aparecen mordiendo una viga; en Ciudad Rodrigo el escudo del linaje de los Miranda lleva una espada rota en tres pedazos, dos de ellos engolados(5); los Irarrazábal llevan una cadena engolada; los Bejarano, un león acompañado de cuatro cabezas de dragones movientes de los cantones; los Solís de Cáceres, las cabezas de dragones figuran mordiendo los rayos ondantes del sol, que luego las colocaran en bordura. En otras ocasiones no es entendido el concepto de engolado y colocan las cabezas fuera del escudo como en el caso de los Paz. (6)

-Utilización de ornamentos exteriores. Con el paso del tiempo se denominará "paraheráldica". Podemos decir que, los ornamentos exteriores no forman parte del sistema heráldico, aunque aportan un valor añadido en relación al titular. Es una nueva fuente de creatividad, pero ajena al sistema, traspasada del equipo militar al exterior del escudo. 

Así, por ejemplo, en la Crónica de Don Álvaro de Luna podemos hacernos una idea de cómo traían en el equipo militar las cimeras. Estas llegaron desde la zona germánica y su uso fue muy reducido en España: 

"E non era poca la diversidad que llevaban en las çimeras, sobre las çeladas e los almetes; ca unos llebaban tinbles de bestias salvajes, e otros penachos de diversos colores, e otros avía que llebaban algunas plumas, así por çimeras de sus çeladas, como de las testeras de sus caballos. Nin fallesçieron allí gentes que sacaron plumajes con alas, que se tendían contra las espadas"(7).

De igual forma, surge el uso de otro tipo de elementos identificativos como las divisas, lemas, timbres, lambrequines, así como las figuras quiméricas, como el grifo. 

-Escudos más recargados, decae la sencillez del escudo. 

-Proliferación de labras heráldicas en la fachada de casas y palacios. 

-Recurrir a las particiones oblicuas. Las particiones oblicuas tienen su origen en las armas del Infante don Felipe (Sevilla 1292–Madrid 1327), Señor de Cabrera. Fue el cuarto hijo varón de Sancho IV y María de Molina. Sus armas se describen como: de Castilla, mantelado de León. "Ofrecen una notable singularidad en la evolución de las armas de la Familia Real castellano-leonesa por ser en las suyas las primeras de la Casa Real castellana donde aparece lo que el doctor Faustino Menéndez Pidal denominó "particiones oblicuas", que luego serán reiteradamente usadas en sus armas por los descendientes de Alfonso XI y Pedro I" (8).

1.4.3.-Heráldica colectiva

Surge por esta época la llamada Heráldica colectiva que consiste en el derecho a usar un mismo escudo todos los residentes en una misma zona (valle) que han sido agraciados por una Hidalguía colectiva como respuesta a una acción valerosa de los vecinos de la localidad. Es decir, se premia de la misma forma a todos por una acción conjunta. Comprendía también el derecho a usar un mismo escudo de armas 

La Hidalguía colectiva disfrutaban diversos valles. Baztán, por su valor en acciones contra los moros. No se conserva el privilegio original, pero sí una sentencia confirmatoria por el Príncipe de Viana del año 1441, fue confirmado varias veces la última de ellas en 1557. Roncal, así mismo ganada en batallas contra moros. Perdieron el documento original en el incendio de Isaba en 1427, pero les fue confirmada la hidalguía por Carlos V en 1527. Larraun fue ennoblecido, aparentemente, por Carlos III el Noble en 1397, en cualquier caso Fernando el Católico confirmó el privilegio en 1514. Aézcoa obtuvo el suyo en 1462, por merced de Juan II, en premio del celo que mostraron los del valle en su servicio y confirmado en 1562. El mismo rey otorgó el privilegio a los de Salazar, por igual motivo, en 1469, confirmado por Felipe II en 1566. El valle de Lana asentó en los libros de mercedes reales su nobleza colectiva en 1665.

1.4.4.-Artistas Heráldicos

Juan de Oliver. Se le sitúa en Navarra en 1330. Pintó en el refectorio de la catedral de Pamplona una gran composición mural de la Crucifixión y los escudos colocados debajo del arzobispo Arnaldo de Barbazán, de la Casa Real Navarra-Evreux, de la Casa de Foix-Bearny el del linaje Asiaín (9).

Juan de Oliver. Posiblemente hijo del anterior. Experto en pintar motivos heráldicos. En 1387 estuvo encargado de toda la ornamentación heráldica de las exequias del rey Carlos II de Navarra.


























































































Escudos "engolados"

Escudo en los Reales Alcázares de Sevilla, con la divisa de la banda (1350-1369).

Escudo de los Miranda, de Ciudad Rodrigo (5).

Escudo en la fachada del Alcázar de los Bejarano en Trujillo. (Fotografía: Asociación Cultural Coloquios de Extremadura)

Escudo de los Solís en Cáceres.
Labra de 1549.

Notas

(1) Ambas definiciones tomadas del Diccionario de la Real Academia de la Lengua.

(2) Muerte y cambios de mentalidad en la Europa del siglo XIV. Irene Lázaro Romero. Núm. 3 (2018): Revista Eviterna Nº 3, marzo 2018, Artículos, Páginas 48-63

(3)  El ocaso de la caballería medieval y su pervivencia iconográfica en la Edad Media. Vallejo Naranjo, Carmen. Laboratorio de Arte, 20 – 2007, Universidad de Sevilla. Pág. 32.

(4) Heraldos y reyes de Armas en la corte de España. Ceballos-Escalera, Alfonso. Colección Heráldica Persevante Borgoña. Pág. 19.

(5) Heráldica de Ciudad Rodrigo. Salazar y Acha, María Paz. Ediciones Hidalguía, Madrid 2016. Pág. 32.

(5) Heráldica cacereña. Dos formas locales. Menéndez-Pidal de Navascués, Faustino. Revista Hidalguía. pág. 541 y ss.

(6) Crónica de don Álvaro de Luna. Chacón, G.  Edit. Juan de Mata Carriazo. Madrid, 1940. Cap. LIII, pág. 166.

(7) Real Academia de la Historia. Entrada "Infante don Felipe". Nieto Soria, José Manuel.

(8) Libro de Armería del Reino de Navarra. Menéndez-Pidal de Navascués, Faustino. Diputación Foral de Navarra/Institución Príncipe de Viana, 1982. Pág. 26.